La producción intensiva de peces conlleva a múltiples situaciones que alteran el bienestar de los peces (las altas densidades de cultivo, el manejo de los animales, etc.) debido al estrés que les causan. Dicho estrés promueve que la ingesta se reduzca significativamente y, en situaciones de estrés agudo, se condicione fuertemente la producción ya que los animales no comen en absoluto, perdiéndose totalmente el alimento suministrado.
Además de la pérdida económica que implica el alimento no ingerido, se requiere un tratamiento adicional de los efluentes de las piscifactorías, con objeto de minimizar el impacto ambiental. Todo ello hace que el alimento suponga el 70% del coste de la cría intensiva de peces. La reducción de ese coste solo sería posible optimizando la ingesta. Si se conocen los mecanismos que determinan que un pez coma o no, y cómo esos mecanismos se alteran en situaciones de estrés, será posible adecuar la disponibilidad del alimento a las necesidades del pez en cada momento del ciclo productivo, reduciéndose así los costes y mejorando el bienestar animal.
La ingesta de alimento en peces es un proceso tremendamente complejo en el que intervienen un sistema central, que integra información metabólica, endocrina, neuroendocrina y circadiana y un sistema periférico, principal regulador de la saciedad, que interactúan asimismo con los mecanismos implicados en la respuesta al estrés. Hasta la fecha solo se conocen algunos de los mecanismos implicados. El grupo de Fisiología de peces, perteneciente a la agrupación Oceano-Ecimat tiene pues como principal reto seguir obteniendo conocimientos básicos sobre todos esos mecanismos con el fin de mejorar la eficiencia de la alimentación de los peces en acuicultura.
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