Las investigadoras e investigadores del Grupo Geoma (Geología Marina y Ambiental, foto portada) llevan años estudiando la topografía de la Cuenca Interior de Galicia (Figura 1), una profunda depresión submarina de más de 3000 metros de profundidad que se extiende del norte al sur a unos 100 kilómetros de la costa gallega con el objetivo, entre otros, de avanzar en la reconstrucción del clima a partir de sedimentos y datos oceanográficos. Fruto de estos trabajos el equipo acaba de confirmar llegadas periódicas de masas de agua dulce a toda esta extensión durante los últimos 80.000 años, lo que pone de manifiesto la importancia de esta zona para desentrañar uno de los grandes enigmas de la climatología de era Cuaternaria: que causa y como se produce la desintegración del casquete norpolar que inunda periódicamente el Atlántico norte de una auténtica armada de icebergs.
Los resultados serán publicados en el próximo número de la prestigiosa revista científica Earth and Planetary Science Letters y están ya disponibles en la versión en línea de la revista. “Este trabajo tiene trascendencia para comprender mejor cuáles serían las consecuencias y como se desarrollaría el cambio climático que tendría lugar sí prosigue la tendencia de calentamiento global de origen antropogénico”, apunta Daniel Rey, investigador principal del grupo Geoma, al tiempo que explica que “la fusión de los bloques de hielo en el Atlántico norte deja un resto de detritos (partículas de pequeño tamaño que resultan de la erosión de las rocas) en los fondos de la zona central del Atlántico – llamado Cinto de Ruddiman- que altera de manera brusca la circulación oceánica profunda y cambia el clima de la Tierra”.
Figura 1. Posición del testigo sedimentario estudiado en la Cuenca Interior de Galicia con las masas de hielo referidas al Channel River
Descubrimientos inesperados
La investigadora del programa de doctorado de excelencia Del*Mar del Campus do, Mar Maider Plaza-Morlote, y el resto de coautores del artículo (compañeros y compañeras de Geoma y también de las universidades de Aveiro, Nacional de Australia y del Estado del Río de Janeiro) se hallaban estudiando los restos dejados por la fusión de estos icebergs, bajo el proyecto del Plan Nacional GALINCLIMARCH dirigido por el profesor Daniel Rey, cuando descubrieron el rastro dejado por aguas fluviales originadas por la fusión de las masas de hielo continentales que ocuparon la mitad septentrional de Europa durante la última glaciación.
“El descubrimiento corrobora la hipótesis de que la fusión de las masas de hielo noratlánticas es el resultado de un cambio climático brusco, más que su causa”, recalca Plaza-Morlote, que explica que durante la última glaciación se produjo la coalescencia de las masas de hielo que ocuparon las Islas Británicas y el escudo Fenoscandio (formado por Península Escandinava, la Península de Kola, Carelia y Finlandia) en la Cuenca del Mar del Norte. Esta circunstancia canalizó el drenaje de los ríos centroeuropeos hacia un único canal denominada el Channel River, creando así uno de los sistemas fluviales más grandes que jamás existieron en el continente europeo. “Esta reorganización de los sistemas fluviales originó descargas muy importantes de agua dulce en el Golfo de Vizcaya. Lo que no se sabía hasta ahora es que el caudal de estas descargas era tan importante como para alcanzar el noroeste peninsular, lo que demuestra su capacidad para perturbar la circulación oceánica profunda”, explica la autora.
Propiedades magnéticas de los sedimentos
La detección de las masas de agua dulce fue posible combinando el estudio de las propiedades magnéticas y la composición elemental e isotópica del sedimento a través de unos indicadores específicos denominados proxies paleoclimáticos. “Todas las aguas oceánicas transportan en suspensión un conjunto de pequeñísimas partículas magnéticas de escala nanométrica resultantes de la erosión de las rocas en sus áreas fuente. La geología de cada zona produce de forma natural un conjunto de nano minerales con propiedades magnéticas singulares que permiten identificarlas en el registro sedimentario”, explican los integrantes de Geoma, grupo impulsor y referente internacional en el empleo de estas técnicas para producir proxies no basadas en nutrientes de utilidad en paleoceanografía. El desarrollo y calibración de este tipo de proxies es uno de los retos que afronta la disciplina para poder cuantificar los parámetros paleoceanográficos en la próxima década.
Un enclave singular ideal para estudios sobre el clima
El trabajo pone también de manifiesto la singularidad de los registros sedimentarios de la Cuenca Interior de Galicia, un trazo morfoestructural del Margen Continental de Galicia que se encuentra entre 2800 y 4000 metros de profundidad y que forma un amplio valle en forma de artesa de 100 km de ancho por 400 de largo que se extiende entre la plataforma continental de Galicia y los denominados Bancos Occidentales -Banco de Galicia y los relieves submarinos de Vasco de Gama y Oporto-. “Su situación geográfica es idónea para estudiar los drásticos cambios en la circulación oceánica que tienen lugar durante los ciclos glaciar/interglaciar y su distancia de las grandes masas de hielo actúa como uno filtro de baja frecuencia que sólo registra los eventos de descarga de hielo más importantes, proporcionando señales paleoclimáticas más claras”, recalcan los autores del estudio.
Fuente: duvi.